Source: El País
Fieles a sus principios, los fundadores del United Auténtico idearon un equipo que funciona como una cooperativa. "El club es una organización democrática sin fines de lucro. Los estatutos del FC United recogen que nunca podrá ser vendido o poseído por un solo individuo y su activo siempre deberá ser usado en beneficio del club y la comunidad", explica Watt. El proyecto atrajo de inmediato a cientos de candidatos a defender su camiseta: la primera plantilla se formó tras una prueba a la que asistieron 900 jugadores que soñaban vestir la camiseta del Manchester.
El pasado en común, los orígenes son tan imposibles de borrar, que el grupo también es conocido como los rebeldes rojos en contraposición a los diablos rojos, quienes afrontan una deuda, tras cuatro años y medio de gestión de Glazer y familia, de 807 millones de euros, más de 78 solo por intereses. "Glazer, para apoderarse del Manchester, invirtió más de 900 millones , que cargó al club y no a su bolsillo, hasta que se quedó con la mayoría de las acciones. Ahora los únicos activos del Manchester son el campo y los jugadores. Si tienen que ser vendidos por las deudas, la existencia entera del club está en peligro", insisten desde el FC United, que vio la luz el 5 de julio de 2005. El día que Glazer irrumpió en Old Trafford.
Desde entonces, el número de copropietarios de la escuadra ha subido hasta los 3.200 miembros. "Partimos de la paridad. Cada miembro tiene un voto. Ejercen su derecho sin distinción ni prohibición. Desde aprobar la cuota de socio anual, que es de 12 libras [14 euros] y nos sirve para costear los gastos, entre ellos los sueldos de los futbolistas, de los que el mejor pagado cobra 150 libras [178 euros] a la semana, hasta el diseño de la camiseta", ahonda Watt, elegido por votación como uno de los 11 consejeros. Ninguno cobra en sus dos años de mandato, pero pueden ser reelegidos.
El inconformismo alimenta el ímpetu romántico de los aventureros del FC United. "Vamos a construir un campo con 5.000 localidades en Newton Heath, la zona donde el Manchester surgió en 1878. Ya nos han dado el permiso para construirlo en vez de un recinto deportivo obsoleto", concluyen desde Gigg Lane, donde entienden que "no hay que vender el alma" para disfrutar de su equipo. Un lema que se extiende poco a poco como las bufandas verdes y amarillas, los colores primigenios del Manchester, que la semana pasada lucían seguidores del Aris y el Atlético. "Son como un código, la seña de identidad con la que nos reconocemos y que nos hace sentir de la misma familia", decía Ioannis Granouzis, el presidente de los seguidores del equipo griego, del que controlan casi el 70% de las acciones tras el fiasco que supuso otro especulador estadounidense.